jueves, 18 de febrero de 2016

¡ SÍ QUIERO! ¡¡¡SÍ COMPRO!!!

No hace tanto que era yo la que me vestía de blanco, caminaba por el camino de piedras de una bonita y pequeña finca de unos amigos, y me acercaba a mi guapísimo novio, ahora marido, para darle el sí quiero. Cincuenta y nueve invitados y dos novios… total sesenta y uno. Familia directa, amigos íntimos y diez personas de esas que son tan especiales, que ya forma parte de tu vida de manera indiscutible. Una preciosa finca, con un cocktail interminable, buena música, copas, risas… pues lo que buscas en ese día, en tu boda, ¿no? me caso con el hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida, y quiero compartirlo con esta gente, con mis íntimos y más allegados. Sí, ¿no? es eso, ¿no?... pues NO, eso dejó de existir hace mucho tiempo, exactamente desde que perdimos la cabeza por hacer la boda más original posible, que coincide con el momento en que apareció el concepto wedding planner, en español “planeador de bodas”, “planificador”, “organizador”… vamos, una persona que se encarga de organizar todas esas cosas con las que llevas soñando desde niña, y que sin embargo parece que finalmente no son tan importantes, o eso pienso yo, si resulta que cuando llega el momento soñado, necesitas contratar a alguien que se encargue de todo, que sueñe por ti..

Como todas las cosas que nos parecen “supercool”, esta historia la heredamos de nuestros maravillosos amigos americanos primero, y después de los británicos, que lo llevan haciendo años. Aterriza en España alrededor del año 2000 y, aunque ha ido muy lentamente, ya se ha hecho su hueco en el nuestro tejido empresarial y, por supuesto, en los cerebros ilusionados y super maduros de nosotras, las mujeres casamenteras españolas. Hoy en día no molas nada si tu boda no es de cuento, de foto, de libro y exageradamente recargada de extras (a poder ser un par de extras más que en la última en la que estuviste), tanto que cuando llega el gran día no te acuerdas ni de lo que has contratado. Pero no te preocupes, que ya habrá alguien allí, una especie de regidor (como en la tele, con pinganillo y todo) que te lo recuerde, en cada paso que des, en cada sonrisa que muestres, en cada lagrima que derrames… porque todo eso va a estar planeado y perfectamente estructurado, medido y controlado. Ya que les vas a pagar, que hagan bien su trabajo, si es que a organizar tu gran sueño, se le puede llamar trabajo.


Las actividades pre-nupcial empieza con la despedida de solter@, de esas en las que toca ir a mínimo 500 kilómetros, con playa, dos o tres modelos en la maleta y con no menos de cuatro divertidísimas actividades organizadas, perfectamente coordinadas y que el grupo lleva preparando un mínimo de seis meses… y tienes que ir, eso sí, porque sino no molas nada, y lo más probable es que todos se lo pasen super-genial, y tú te pierdas la despedida del siglo. Te habrás ahorrado 1.000 pavos, pero eres aburrid@. En paralelo a estas despedidas, los novios tienen que mantenerse guapos y delgados, y tienen que buscar y compra modelitos chulos, porque han contratado a una empresa de Imagen y Sonido, probablemente a la Metro Goldwyn Mayer, que les va a hacer un super-reportaje de tres álbumes de fotos y una película del antes, durante y después de la boda, algunos incluso incluyen un video-invitación, y yo personalmente creo que, en cuestión de meses, incluirán el acompañarte a los viajes de novios para que los inmortalicen.

A ver… la última invitación de boda que he podido ver, gracias a Dios no como invitada, es un amplio dosier de veinte páginas en el que los novios, son TAN MAJOS, que te ayudan a vestirte, peinarte y te explican cómo debe ser la barba de los chicos. Te dicen lo que tienes que llevar, cómo deben ser los vestidos femeninos, vintage y retros… y trajes masculinos, de chaqueta y bermudas (hípster obviamente)… qué tonos, estampados y accesorios… tanto hombres como mujeres, mayores y pequeños, niños y niñas… todo perfectamente indicado y guionizado. Y terminan con esa simpática y sutil indicación numérica en la que te ponen, más monos ellos, “gracias por ayudarnos a pagar nuestro viaje de novios ingresando el dinero en esta cuenta……………”. FIN. Así que, aunque no vayas, suelta la tela majete. Qué, ¿que no molaría darles el regalo en pesetas de franco, igual de retro y hípster que la ropita?

De todas formas y sin lugar a dudas, aunque este día es para ambos, la que de verdad disfruta es la novia, que contrata el Kit especial Novias en el centro de belleza y que se va a probar mínimo catorce o quince vestidos de diferentes modistas (hípster o famosos, en este caso da igual). Molan más, por supuesto, las que se lo diseñan y lo mandan hacer, eso tiene mucho estilo. Y luego, si tienes la suerte de que te maquille y peine alguna estilista de la tele, uffff imagina… no te quedan palabras para expresarte, y a estas alturas seguramente ni dinero para tomarte una triste caña. Imagino a una novia maquillada por una estilista famosa que, cuando te acerques a besarla te diga “no no no no no… ayyyy… no me beses que todavía me faltan las fotos y el maquillaje tiene que estar intacto”… Vamos, que con lo que se paga, deberías poder chuparle la cara y que se no le moviera ni un pigmento. Pero todas sabemos que eso no es así, aunque lo paguemos como tal. Y combinas perfectamente los zapatos, que ahora son oscuros, aunque siempre han sido blancos, hechos a medida y a juego con el ramo. Bueno a ver, todo esto es lo que te diga tu wedding planer, que sabe perfectamente cuál es tu estilo porque te conoce de siempre. ¿Eh? ¿Eh? Y cuando todo está listo, te dice, junto con tu madre, tus hermanas y tus amigas, ¡¡¡¡¡¡“ESTAS TAN TÚ!!!!!!”

Y luego llega el banquete, bueno perdón, coocktail-cena-barra de dulces y golosinas-recena. Recuerdo como hace unos siete años, tener un cortador de Jamón era “flipante”. Los invitados comentaban entre sí, “qué fuerte, ha venido un tío que corta el jamón en directo… toda la noche,… un jamón de bellota!!!”. Hoy no te molestes, es tirar el dinero. Con que ofrezcas buen jamón colocado con forma de capullo de rosa en una bandeja, o bien formando parte de un súper-pincho en el cocktail, con eso basta. Pero a cambio tienes que hacerlo bien… a cambio tienes que ofrecer comida oriental, cocina molecular, unas piruletas de queso parmesano o bien gazpacho de sandía con crujiente de algo, que seguramente es panceta de toda a vida. Atrás han quedado las croquetas, ahora son “bocaditos de bacalao”, y las empanadillas que se han convertido en “hojaldres mar y tierra”, y lo que debes hacer es poner tres o cuatro corners de cocina en directo de diferentes tipos y nacionalidades. Si te atreves a hacerlo a la vieja usanza, eres un auténtico hortera y tu boda será de esas en las que preguntas a tus invitados “¿todo bien?” y ellos, ocultando con su sonrisa la gran mentira, te contestan “espectacular, la comida espectacular”. Pero en cuanto te des la vuelta, te van a hacer un traje que no te va a caber en el armario. Normalmente todo esto lo tienes que hacer en una preciosa finca, increíblemente decorada con flores silvestres, de esas que duran un día. Tienen que montar un precioso altar (civil eso sí, porque la iglesia ya casi no participa) y acompañar la ceremonia con un cuarteto de cuerda. En la zona de la fiesta post-boda, decorada también con centros de flores colgando de la carpa (porque por supuesto habrá una zona con carpa, eso viste mucho), unas mesas impresionantes, velas, antorchas de jardín, bandejas gigantes de dulces y gominolas, un bar de tartas y pasteles de mil colores (nada de tarta nupcial) un fotomatón, un photocall, el retocador de maquillaje para las chicas, una banda de música en directo (que no “La orquesta Verbena”), y por último las dos únicas cosas que yo veo y acepto como atemporales: unas enormes cestas con zapatillas cómodas, para que las tontas de las invitadas recuperemos la sensibilidad de nuestros pies (gran acierto), y la indiscutible, inamovible e innegociable “Barra Libre” AMEN. Reconozco que, la posterior recena tampoco está nada mal. Después de tanto alcohol, te sienta el estómago. ¡¡AH!! Y no te preocupes, la última ruta escolar sale a las 4.00 o 5.00 de la mañana. Todo calculado.

Por resumir y para que no la cagues, porque tú todavía estás a tiempo: ya no es importante lo que quieras o sientas, aquí lo que cuenta que es que tienes que hacerlo, BIEN NO, ¡PERFECTO!. Tienes que hacer lo que todos esperan que hagas, tienes que invitar a quien debes y no a quien quieres. Porque sabes una cosa, cinco segundos después de cada pasito que des, estará todo publicado y comentado en las redes. Tienes que mantenerte perfecto y en tu sitio, porque te harán millones de fotos robadas. Todo debe de estar calculado porque en seguida estará colgando del Facebook, Twitter e Instagram, sin permisos ni derechos de por medio. Lo realmente lamentable es que parece que ya nos da igual, que eso es lo que queremos, destacar y que nuestra boda sea la de Dios. Aquí cuenta lo que diga el “planeador de bodas”, que para eso le has contratado, y sabe más que tú lo que te interesa, te pega y va acorde a tu personalidad. Y todo por el módico precio de 50.000 o 60.000 euros a cargo de los novios y unos 2.000 € de los invitados, si suman despedidas, atuendos y regalos. Y todo esto ¿para qué? Para que el 61% de las bodas acaben en divorcio.

¿Mi consejo? Mira, no te voy a engañar. En realidad yo formo parte activa de estas novias extremas (yo tuve carpa en mi boda, y antorchas… chulíiiisimas). Sería hipócrita por mi parte no decir que me flipan las bodas, me encantan y voy a todas ellas. Disfruto muchísimo peinándome, maquillándome y vistiéndome. Participo en tan increíble evento con toda mi alma… como, bebo, bailo, me pongo pelucas, fotos en el photocall, grito y me cambio de zapatos... todo ello como si no hubiera un mañana. Pero, como pasión no quita conocimiento y, como dice el dicho “sabe más el diablo por viejo que por diablo”, la vida, y mi marido (que me baja a la tierra de vez en cuando) me han enseñado algo útil: por si esto dura poco, no merece la pena gastar tanto y, si consigues que dure toda la vida, intenta gastarte el dinero en tu matrimonio y no en tu boda. Vive tu vida en directo y no en fotos de móvil,… te darás cuenta de que mola más compartir las cosas buenas de la vida con la persona que elegiste, y no con las 200 que te impusieron. Tú decides.